Hace unos días publicaban en el diario Elpais.com una noticia sobre muerte anunciada de las salas de bingo en Madrid. En concreto, la noticia habla del inminente cierre definitivo de tres salas de bingo que han pasado de ser negocios muy rentables y lucrativos a ser monstruos agonizantes que luchan día a día por sobrevivir.
Los trabajadores del sector se desesperan y no saben si reciclarse o abandonar los bolilleros. Las empresas ya lo han intentado todo: recortes de personal, de gastos, guerras de ofertas y copas baratas… E incluso, dados los malos resultados, la Comunidad de Madrid redujo el tipo impositivo del 70 al 50%.
Estos datos resultan extremadamente contradictorios con los que arrojan los negocios de bingo online, que lejos de resultar negocios muertos, han resultado ser empresas afianzadas (cada vez más), que incluso manejan porcentajes de ganancias bastante jugosas y otros beneficios como la imposición fiscal, que es sólo del 25%, o el hecho de que te ahorras todo tipo de gastos en luz, personal, alquiler de salas, etc.
El sector, como tantos otros, está sufriendo cambios, y las nuevas tecnologías dan la oportunidad a los dinosaurios de reconvertirse en negocios del presente, del siglo XXI. Los bolilleros están dando paso en el nuevo siglo a los algoritmos, y las copas baratas y la charla en las mesas a las conversaciones en el chat. El juego no cambia en esencia, pero se adapta al nuevo entorno digital. El bingo online está desbancando claramente y cada vez con más fuerza a las salas de bingo tradicionales.